La amargura del fútbol

Ponele que justo este sábado por primera vez en lo que te acuerdes de tiempo no llueve. El día ya comenzó bien. Prendés la tele, y ves como tan solo hace falta que Wagner Love se encienda una vez como para ganar un partido. Bueno, poco te importa, es tiempo de salir afuera. Encima es una tarde de sol, y no te la querés perder, entonces vas, te compras dos buenas tiras y un poco de chinchu, que junto a una buena bolsa de carbón se convertirán en un gran almuerzo. Luego de espantar a los ratones que se esconden en tu parrilla, y disponés de lo que la sabia naturaleza nos brindó para hacer el asado, bajas a hacer la ensalada de papas & huevos. Es allí, en ese momento en el que suceden estas cosas que te hacen cortarte los dedos con el cuchillo y maldecir la buena fortuna que tienen otros.



Luego de los exabruptos del caso, no hay nada que una curita y un buen vaso de fernet no puedan solucionar. Así que pones la mesa, pero un poco de desatencion y una terrible injusticia hacen que se te caiga el ketchup al suelo. Nada que hacer, este no parece ser nuestro día. Mejor volver a la cama y prender la radio para ver como va el Luch. Resultado inapropiado, radio al suelo, baterías por el aire y el deseo de no habernos despertado hace que nos peleemos con la almohada, refunfuñando contra Andrey, Roman y PP que se fueron a otros lados a meterla. Crónica de una tarde común, igual a la de todos los días. Qué vida esta...