El mundial de Brasil transcurrió para la banda del vodka y el toque sin que esta pudiera hacer nada, enajenada de lo que estaba pasando a su alrededor: el futbol.
Una generación de futbolistas de buena técnica individual, formados y aleccionados en su mayoría por entrenadores extranjeros que los prepararon para competir a nivel europeo, se despidió de su participación en el seleccionado sin lograr mayores éxitos ni tampoco una actuación remotamente cercana al triunfo sobre Inglaterra en eliminatorias o sobre Holanda en la Eurocopa. Jugadores como Zhirkov, Berezutsky, Fayzulin, Denisov, Samedov y Kerzhakov, se jugaban la última ficha en este torneo al que costó tanto llegar mas por los fracasos anteriores que por la dificultad de la eliminatoria per sé.
KerzhaGOL merece un capítulo aparte. Desde hace 5 años es vilipendiado por el público en general y por este blog en particular. Pero sin embargo, siempre que las cosas se pusieron complicadas, con amor propio, mañas, experiencia y esfuerzo, el acorazado apareció para hacerse cargo. En el Zenit y también en la selección. Mas de una vez entrando desde el banco. En las eliminatorias y también en su último mundial -era el único sobreviviente de Corea - Japon 2002-. Ah y alcanzó a Vladimir Beschastnikh como máximo goleador de la selección con 26 tantos. Nuestros respetos.
Fabio Capello fue contratado para manejar el timon de un equipo que no encontraba el rumbo tras quedar eliminado injustamente del Mundial 2010. Su plan fue básico: quitarse de encima a jugadores con mas peso que compromiso como Arshavin o Pavlyuchenko y reemplazarlos con jugadores jóvenes apostando al largo plazo, es decir a que estén consolidados a la hora de ser locales en 2018.
Para lograrlo, fue amoldando a un equipo de mucha calidad técnica un funcionamiento defensivo en bloque, privilegiando el orden y la concentración por sobre el desparpajo ofensivo. Durante los múltiples amistosos y partidos ante rivales menores en las Eliminatorias, el conjunto ruso fue poco a poco ganando en solidez y cuidando la pelota una vez que conseguía la ventaja, lo que dió tranquilidad a Capello y a los hinchas, con un equipo joven pero equilibrado, veloz pero no apurado, al que se le iban sumando jugadores del sub 21 a costa de algunas estrellas. Todo iba viento en popa hacia la Copa del Mundo.
Pero faltando un mes, tras una temporada excelsa donde llevó a su novel equipo por primera vez a la final de la Copa Rusa y a jugar la UEFA Europa League, Roman Shirokov se lesionó el tendon de aquiles y se quedó afuera del mundial. El ex Zenit era el alma del equipo, el único jugador capaz de conducir los ataques, de contemporizar, de meter pases entre líneas, de hacer algo distinto. Sin el único playmaker del equipo -ya que tercamente Capello prefirió llevar a Smolov y a Mogilevets relegando a Kasaev- Rusia quedó huérfana de futbol, incapaz siquiera de hacer buenos contragolpes al no tener quien comande las transiciones.
Así se llegó al primer partido contra Corea del Sur, el mas facil del mundial, el que transcurrió sin que nada pasara. Los minutos se iban mientras Rusia los miraba marchar, sin darse cuenta de la gran oportunidad que se le escurría entre sus manos. ¿Dije escurrir entre sus manos? Perdon Akinfeev, fue sin intención.
El partido con Bélgica fue por una cuestión lógica el de mejor rendimiento del equipo. Decimos lógica atendiendo a la lógica rusa de tener una actuación grandiosa frente a los grandes, y una mas bien vaga frente a los débiles, cuestión a la que Capello no pudo sobreponerse a pesar de cambiar nombres e intentar disciplinar al plantel. Luego del empate 1 a 1 con Corea, el panorama era claro: había que ganar alguno de los dos partidos restantes para clasificar. Rusia cerró los caminos de Bélgica por los costados y con eso le alcanzó para hacer un primer tiempo digno, en el que la ocasión mas clara fue un cabezazo de Kokorin que se fué a centímetros del palo.
Kokorin se peleó con la pelota durante todo el torneo. Inconexo en el primer partido, no pudo ser referencia ofensiva y quedó eclipsado ante el ingreso de Kerzhakov en el segundo tiempo, quien marcó el empate a los pocos minutos de haber ingresado al terreno.
El segundo tiempo encontró a Bélgica perdida en el campo, a merced de Rusia que no supo qué hacer con la pelota y dejó pasar su momento de dominio territorial y de posesión de pelota. Faltando 10 minutos, sin resto físico luego de presionar durante todo el partido, el equipo de Capello se quedó sin fuerzas para soportar el primer desborde de Eden Hazard por la izquierda, quien burló a Eschenko, sirvió el centro atrás a Origi y liquidó el pleito. Con el 0-1 consumado comenzaron los cuestionamientos reales respecto del funcionamiento de un equipo sólido en defensa pero inofensivo.
Finalmente el partido con Argelia resultó lo que todo el mundo esperaba: un tibio atisbo de rebeldía tras un par de cambios (de nombres, no de posición) contra un rival difícil que siempre se mantuvo en partido, esperando el momento Akinfeev de la noche...
Pasado el gol del empate, todo el peso recaía una vez mas sobre los hombros rusos, que hicieron lo que mejor les salió durante toda la copa: tomar
las doce sillas y sentarse a ver como se les pasaba el mundial ante sus ojos, torneo en el que poco y nada hicieron jugadores jóvenes que no tenían experiencia alguna en partidos tan pesados a este nivel y al que les quedó enorme la responsabilidad de hacerse cargo del equipo, dejando expuestos los errores de
Capello que no se remontan a la confección de la lista de 23 convocados, sino mucho antes, cuando por apegarse en demasía al plan fue secando al equipo y dejándolo sin variantes a las cuales echar mano cuando las cosas se complican.